sábado, 20 de abril de 2019

Capítulo 110 - Inquietud

Una vez las secuelas del ataque de los gigantes había sido envuelto, fuimos invitados al hogar del Jefe del Clan.
La villa misma no era tan grande, y después de mirar alrededor, yo supondría que solo alrededor de cien miembros de la tribu tigre vivían aquí.
A una distancia, parecía como si la tribu tigre usaba casas que eran similares las yurtas mongol.
La pared cilíndrica interior estaba cubierta con una gruesa tela blanca y no había ventanas, pero había un cristal como esos usados en las “Lámparas de Cristal Emisoras de Luz” de los elfos, que iluminaban el lugar. Las paredes estaban decoradas con accesorios de huesos y colmillos y múltiples alfombras bordadas estaban esparcidas en el suelo.
La altura de la entrada fue hecha para acomodar al más alto de los hombres de la tribu tigre, por no lo no era muy apretada como las puertas regulares.
Adicionalmente, la altura de techo creaba un área espaciosa la cual daba a la casa la sensación de una recepción de hotel.
En este momento, sin embargo, el hogar del Jefe se sentía bastante pequeño.
Ein, como el Jefe del Clan, se sentó en el centro del escenario en frente de mí mientras los otros Guerreros de la tribu tigre franquearon sus costados.
Todos estos hombres musculosos del tamaño de Goemon, se reunieron en esta sola área, creando una imagen algo feroz. Los músculos eran probablemente un punto de orgullo aquí.
Mientras tales pensamientos sin valor cruzaban mi mente, Ein inmediatamente comenzó la conversación una vez los saludos formales habían terminados.
[… Por el anterior suceso, ofrecemos nuestro agradecimiento a ti, Arc. Ariane-dono, él es un buen subordinado.] Ein
Cuando Ein rio después de hablar, Ariane, quien estaba extrañamente nerviosa, explicó nuestra situación.
Por alguna razón, él parecía haber tachado como un subordinado de Ariane. Probablemente porque Ariane actuó como nuestra representante en nuestra primera interacción.
[… Así que, todos ustedes están en un viaje. Perdón por el irrespeto, Arc-dono. Permitidme expresar mi honesta gratitud una vez más.] Ein
Ein ligeramente bajó su cabeza y redirigió su saludo hacia mí.
Sin embargo, en reacción al comportamiento del Jefe del Clan, la atmosfera rodeándonos fue agitada un poco cuando miradas amargas aparecieron en los rostros de los Guerreros alrededor.
Mientras estaba preguntándome sobre esta extraña situación, una gran mujer apareció detrás del asiento de Ein y empezó a regañar a los Guerreros.
[¿¡Son todos ustedes malagradecidos por la ayuda que recibieron!? ¿¡Van a olvidar que sus heridas fueron sanadas y se quejarán, simplemente porque ellos no se adhieren a nuestra jerarquía!? ¡¡Aquellos indispuestos a reconocer la amabilidad que recibieron, den un paso al frente para que yo pueda personalmente romper otra vez sus brazos!!] Yuga
Cuando la mujer habló en una manera atrevida, el Jefe del Clan cruzó sus brazos y miró a los Guerreros.
Aparentemente, mis acciones eran la raíz de esta tensa atmosfera.
En cuanto a la mujer que habló, ella tenía dos metros y treinta centímetros de altura.
Ella tenía un cuerpo delgado si se compara a los hombres musculosos que la rodeaban, pero me di cuenta que era solo una ilusión óptica cuando miré hacia Ariane y a Chiome detrás de mí.
Su piel bronceada y sus pechos extremadamente grandes estaban acentuados por su gran figura, y, porque ella tenía sus brazos cruzados bajo estos. Ella también tenía una abundante cantidad de cabello dorado y negro cuidadosamente arreglado sobre su cabeza.
Los Guerreros simultáneamente bajaron sus cabezas cuando ella había terminado de regañarlos.
[Perdón por toda la conmoción, esta es mi esposa, Yuga.] Ein
Ein continuó hablando encogiendo sus hombros y un poco de risa mientras la mujer llamada Yuga miraba hacia mí.
[Soy Yuga Ein. Perdón por este pobre espectáculo, honorable invitado. Ya que estos son los Guerreros de nuestro Clan, ellos se sienten avergonzados por tener que prestar la fuerza de forasteros. Porque los gigantes habían dañado las sub-tribus vecinas, la herida había sido traída aquí, pero estábamos llegando a nuestros límites. En nombre de estos tontos, le agradezco.] Yuga
Yuga ostentó una sonrisa adorable mientras me agradecía.
Después de que esos involucrados en la batalla habían sido tratados, Ein nos guio a una de las casas llenas hasta la coronilla con personas heridas.
No teniendo razón para rechazar su petición, procedí a lanzar magia de recuperación sobre ellos, todo mientras cuestionaba por qué ellos eran mayormente mujeres y niños.
Ellos deben ser los sobrevivientes del asalto de los Gigantes… Supongo.
[No, vine aquí para encontrar a los miembros de la tribu tigre en primer lugar. Por lo que, en tanto mi petición sea completada, no hay necesidad de agradecerme.] Arc
Asentí a sus gracias y di mi respuesta.
Ein palmeó sus rodillas y me ofreció una sonrisa sin miedo cuando él oyó eso.
[Eso me recuerda, no he oído su propósito aquí. Han atravesado la frontera para llegar aquí, así que, ¿qué podrías posiblemente desear?] Ein
En respuesta a su pregunta, los hombres que Yuga había silenciado comenzaron a alborotarse y a discutir algo entre ellos mientras me miraban.
Porque yo no estaba cobrando por el tratamiento que proveí, decidí sacar mi petición.
Cuando los Guerreros que nos guiaron aquí hablaron, los ojos de Ein y su esposa se abultaron después de descubrir mis intenciones.
Oí a Ariane suspirar al lado mía y capté vista de Ponta jugando con los dedos de Chiome.
[Arc-dono, ¿te aventuraste en la frontera para adquirir las “Garras del Diablo”? Además, ¿incluso dominó a una montura dragón para cruzar las llanuras?] Ein
Ein comenzó a reír después de oír nuestro propósito para encontrar a la tribu tigre, antes de bajar su cabeza y disculparse.
[Perdón, Arc-dono. Mi clan no acapara muchas Garras del Diablo. Estas son cultivadas un poco al oeste de aquí, por uno de los clanes más grandes. Ya que los Uiria no son bien queridos, necesitará negociar con ellos por lo que desea.] Ein
Mientras él hablaba, Ein rascó su barbilla y dejó salir un gran suspiro cuando él terminó de hablar.
Esta villa no parecía cultivar Garras del Diablo para ellos mismos. Porque los pimientos eran cultivados por una tribu occidental, pedí guía o direcciones al menos.
[¿Supongo que ustedes no podrían proveernos guía a una villa que está cultivando Garras del Diablo?] Arc
A mi pregunta, los ojos del Jefe del Clan comenzaron a brilla como los ojos de un carnívoro.
[Los Gigantes con los que luchamos, son residentes del bosque negro al sur de estas llanuras. Normalmente, ellos raramente se aventuran en las llanuras, pero ultimadamente, ellos han estado apareciendo más y más a menudo. Una advertencia fue enviada por un clan occidental, pero nunca imaginé que vendrían tan al este dentro de Kuwana. Por lo tanto, planeo guiar a un grupo en el territorio del Clan Ena para investiga.] Ein
Podía suponer hacia donde Ein estaba queriendo ir con esto. Si no me equivoco, el sillín que teníamos pertenecía al Clan Ena.
[¿Le gustaría que nos uniésemos a ustedes? Si es uno o dos Gigantes, seríamos suficiente para lidiar con ellos, y, ¿nuestra presencia no enfurecería a los demás?] Arc
Ein asintió y sonrió cuando él oyó mi razonamiento.
[¿¡Eso es correcto!? Pero, ¡no he terminado! El nuestro, es el clan más pequeño de los seis clanes, por lo que tenemos que dejar guerreros atrás en caso que otro Gigante aparezca cerca de la villa otra vez.] Ein
En otras palabras, él no podía darse el lujo de llevar demasiadas personas con él al territorio del Clan Ena mientras el grupo de exploración sería asesinado si sus números no fuesen suficientes… ese es el por qué él quería suplementar sus bajos números con nosotros.
Simplemente puesto, seríamos mercenarios.
Hmm, me pregunto por qué estaba sintiendo un poco de nostalgia sobre esto.
Cuando miré hacia Ariane y Chiome para estimar sus respuestas, Chiome asintió silenciosamente y entendí la respuesta de Ariane con una mirada.
Así que… nuestra decisión fue hecha.
Prestamos una de las tiendas del Clan Uiria y pasamos la noche en la villa para prepararnos para el viaje. Al día siguiente, seríamos enviados hacia la villa principal del Clan Ena.
Aparte de Ein y nuestro grupo, diez guerreros estarían haciendo este viaje.
Aunque la tribu tigre sobresalía en poder de lucha, ellos sufrirían una pesada pérdida si ellos no se uniesen contra los Gigantes, y esto era todo lo que la villa podía permitirse enviar.
Sin embargo, aunque sabíamos cómo subyugar a los Gigantes, no significaba que nuestro próximo encuentro con ellos sería de un solo lado como el anterior.
Si podíamos llegar a salvo a la villa del Clan Ena o no… esa preocupación ocupaba mi mente mientras miraba hacia mis compañeras.
Ariane estaba puliendo la “Espada del Rey León” mientras ella pensaba sobre algo.
Chiome sin expresión alguna, estaba llenando su boca con la comida picante en forma de galleta que nos habían servido para la cena.
Ponta había terminado su comida y estaba durmiéndose en mi regazo.
Todo era los mismo que siempre… como si ellas pudiesen encarar cualquier cosa sin problema.

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