viernes, 1 de diciembre de 2017

Capítulo 84 - La Verdad detrás de Hermes

El Obispo Mayne siguió las escaleras circulares guiando bajo tierra.
Las escaleras, con una profundidad de al menos cuatro veces de esa de la torre más alta de la Catedral y un diámetro de alrededor de veinte pies, fueron construidas en un valle natural y guiaba directamente a un castillo espacioso y estratégicamente posicionado. El principio de las escaleras estaba bien iluminado por tragaluces abriéndose camino a través de las ventanas del alto domo arriba, dando a las paredes de piedra girando y girando un color helado.
Pero, cuando seguía los escalones, la escalera rápidamente se oscurecía, aparentemente fusionando las paredes en una. Pero después de algún tiempo, en el centro de las escaleras, el reflejo de una luz azul podía ser vista, y mientras más profundo iba, la brillantez se volvía más fuerte. Así que, incluso sin una antorcha, ellos nunca caerían en una situación de tono negra.
A los pies de la escalera, una senda que estaba firmemente pegada a la pared de piedra serpenteaba alrededor de un hoyo negro.
El camino fue cortado de granito, formado por muchas piezas rectangulares de tres dedos de grosor. El camino era lo suficientemente ancho para que dos personas caminasen la una al lado de la otra. Un extremo de cada pieza de granito estaba incrustado en la pared de roca mientras el otro extremo estaba en el aire. Para prevenir caídas accidentales, había postes de cerca de madera que estaban conectados por una soga al lado del hoyo.
Mayne no contó el número de escalones que él caminó. Al final, había solo demasiado de ellos, pero él sabía que empotrar cada pieza de piedra fue una tarea difícil. Los canteros contratados por la Iglesia tenían que apoyarse en una soga para colgarse mientras ellos producían hoyos adecuadamente profundos en la dura roca. Después, ellos tuvieron que insertar las placas de granito en los hoyos. Cada acción tuvo que ser hecha muy cuidadosamente porque cada deslizamiento o rotura de la cuerda conducía a una caída hasta el fondo, lo cual les pasó a más trescientos hombres.
Si la Catedral de la Iglesia sobre la superficie era un símbolo para el inflexible espíritu de la iglesia, entonces, el castillo escondido en la meseta Hermes era el verdadero centro de la Iglesia.
Una pieza de la Piedra de Represalia de Dios estaba incrustado al borde de cada escalón, y un guardia estaba colocado en cada cien escalones. Para la última línea de defensa, había incluso un escuadrón del Ejercito de Castigo de Dios que estaba siempre listo para encarar un ataque de intrusos. Muchas bolsas de arena y grava estaban enterradas entre la Catedral y el castillo subterráneo. Esto era en caso de que cada línea de defensa de la Ciudad Santa hubiese fallado. Si cada persona importante fuese evacuada, el Papa podría empezar la trampa y enterrar todo baja una profunda capa de arena y grava.
Aunque no era la primera visita de Mayne al castillo subterráneo, el sentimiento de caminar en el aire todavía lo hacía sentir mareado. Especialmente después de algún tiempo, él siempre tendría la ilusión de caer.
Así que él estaba un poco aliviado cuando él finalmente tuvo suelo solido bajo sus pies una vez más.
Al fondo del pozo negro estaba un inmenso disco de piedra blanco, con una superficie tan lisa como un espejo. Cuando se paraba sobre este, alguien podía incluso ver claramente su propio reflejo. Aunque una construcción inteligentemente diseñada, la luz viniendo a través de las ventanas dentro del domo era tan reflejada que esta directamente golpeaba la piedra del molino. Gracias a esto, incluso sin encender una antorcha, el fondo del valle nunca estaba oscuro.
Cuando llegaron al fondo del valle, ellos descubrieron que el sol no es incoloro. Después de ser reflejado por la piedra de moler, la luz se volvería azul, aun así, cuando se miraba hacia arriba, la luz azul permitiría al pozo negro brillar en un color fresco. Pero cuando se tomó una mirada más cercana, alguien descubrió que había incontables partículas de polvo volando hacia arriba, justo como diminutas criaturas registradas dentro de libros antiguos.
Los hoyos dentro de la pared de la montaña eran cuevas formadas por la naturaleza, y el Iglesia solo abrió las entradas, para expandir más allá y construir el castillo Hermes. Pero gracias a estos hoyos, los cuales se extendían en todas direcciones, el aire podía fluir libremente, por eso, el aire en el fondo del valle no se sentía podrido u opresivo.
Cuando Mayne dio un paso a través de la puerta en el área principal del castillo, él fue de repente rodeado por una fuerza de defensa fuerte. Había cinco soldados llamados Jueces, quienes resguardaban cada entrada – los Jueces eran los soldados más leales de la Iglesia, una vez ellos eran aceptados en este grupo y empezaban su trabajo, ellos vivirían para siempre en el castillo, nunca siendo capaces de regresar a la superficie.
De hecho, solo él y el Papa eran capaces entrar y más luego salir del castillo, incluso los dos arzobispos Heather y Tayfun no tenían permitido entrar aquí.
Pero, incluso Mayne no sabía cuantos pasajes tenía el castillo. Además del pasaje principal guiando al sur, había muchas ramificaciones laterales guiando lejos de la ramificación principal, y cuando se seguía estos pasajes laterales, estos se dividían otra vez en muchas más ramificaciones. Algunos eran usados por la Iglesia, mientras otros estaban sellados. Él había oído, que, durante la construcción del castillo, unos pocos artesanos se extraviaron en esos pasajes no marcados como seguros, lo cual hizo que ellos se perdiesen, nunca siendo capaces de encontrar su camino de regreso.
El pasaje principal vertical guiaba directamente a las profundidades de la montaña, alrededor de cada trescientos pies (alrededor de 100 metros), Mayne tenía que cruzar un punto de control. Él sabía que la Iglesia estaba usando cada segmento entre los dos puntos de control para una tarea diferente. El área más exterior era usada como el área de vivienda para los guerreros, quienes tenían que quedare toda su vida en el castillo. El segundo segmento era usado como unos archivos, para el almacenamiento de instrumentos, y fragmentos de libros antiguos. La tercera sección era el área de cárcel, donde los prisioneros eran alojados, quienes no tenían permitido ver la luz otra vez… inocentes incluidos.
Después de cruzar a través del tercer punto de control. Mayne se detuvo. Más adelante, estaba el área secreta del castillo. Todos los materiales de investigación e inventos de la Iglesia se originaban en este lugar, y sin la autorización del Papa, nadie tenía permitido entrar. Ya que él se volvió el Arzobispo hace tres años, él solo había entrado en esta área una vez antes.
Cuando Mayne se acercó, él tomó el camino de la izquierda.
Después de una pequeña caminata, el camino fue terminado por una puerta, con una lámina a la altura del pecho en esta, sobre la cual se leía “¡Ancianos!”
Mayne asintió a los guardias y ordenó,
[Abran la puerta.] Mayne
Detrás de la puerta, el corredor continuaba, había antorchas quemándose colgando en la pared, como pequeñas chispas de luz dentro del mar de oscuridad, continuando junto al camino hasta el final. A ambos lados del camino estaban muchas puertas de madera y en medio de cada puerta colgaba una lámina con un número sobre esta.
Uno de los Jueces, quienes siguieron a Mayne, levantó una antorcha para iluminar los alrededores. Mientras caminaban por el pasaje, Mayne miró todo el tiempo a los números en las láminas. Cuando él finalmente vio el número 35 moteado en la lámina, él se detuvo y sacó una llave de uno de sus bolsillos y la insertó en la cerradura, volteándola levemente. En el fondo del valle, el sonido de la apertura del cerrojo era especialmente estridente, y su eco podía ser oído incluso al final del pasaje. Como si fuese una bengala de señales, de repente, muchos gritos pudieron ser oídos a través de las puertas, había llamadas de hombres y mujeres. ¡Cuando escuchaba cuidadosamente, Mayne podía entender algunas de ellas!
[¡Rápidamente, sálvame!] Voz
[¡Ayúdenme!] Voz 2
[¡Por favor, mátenme!] Voz 3
Y cosas similares.
Detrás de las rejas de hierro, el obispo vio a un hombre viejo sentado en su cama – tal vez él no era tan anciano, pero ahora, su cabello ya se había vuelto blanco, y su rostro estaba cubierto por arrugas. Su barba parecía como que él no la hubiese acicalado por un largo tiempo, casi alcanzando su cuello. Ya que él no había visto el sol por un largo tiempo, su piel se había vuelto terriblemente pálida, y sus manos y pies estaban tan delgados como el bambú.
Mayne miró a la bandeja de hierro detrás de las rejas, la cual parecía como no había sido tocada, registrando esto, él suspiró,
[Deberías tratarte a ti mismo mejor, la Iglesia no tiene déficit de comida. Y las comidas son incluso hechas de acuerdo al estándar de un rey, excepto por el vino. Incluso el pescado, es Cod de primera clase viniendo desde el puerto de Bluewater. Deberías estar familiarizado con su sabor, ¿verdad, Su Majestad, Rey Wimbledon?] Mayne

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