El
Obispo Mayne siguió las escaleras circulares guiando bajo tierra.
Las
escaleras, con una profundidad de al menos cuatro veces de esa de la torre más
alta de la Catedral y un diámetro de alrededor de veinte pies, fueron
construidas en un valle natural y guiaba directamente a un castillo espacioso y
estratégicamente posicionado. El principio de las escaleras estaba bien
iluminado por tragaluces abriéndose camino a través de las ventanas del alto
domo arriba, dando a las paredes de piedra girando y girando un color helado.
Pero,
cuando seguía los escalones, la escalera rápidamente se oscurecía,
aparentemente fusionando las paredes en una. Pero después de algún tiempo, en
el centro de las escaleras, el reflejo de una luz azul podía ser vista, y
mientras más profundo iba, la brillantez se volvía más fuerte. Así que, incluso
sin una antorcha, ellos nunca caerían en una situación de tono negra.
A
los pies de la escalera, una senda que estaba firmemente pegada a la pared de
piedra serpenteaba alrededor de un hoyo negro.
El
camino fue cortado de granito, formado por muchas piezas rectangulares de tres
dedos de grosor. El camino era lo suficientemente ancho para que dos personas
caminasen la una al lado de la otra. Un extremo de cada pieza de granito estaba
incrustado en la pared de roca mientras el otro extremo estaba en el aire. Para
prevenir caídas accidentales, había postes de cerca de madera que estaban
conectados por una soga al lado del hoyo.
Mayne
no contó el número de escalones que él caminó. Al final, había solo demasiado
de ellos, pero él sabía que empotrar cada pieza de piedra fue una tarea
difícil. Los canteros contratados por la Iglesia tenían que apoyarse en una
soga para colgarse mientras ellos producían hoyos adecuadamente profundos en la
dura roca. Después, ellos tuvieron que insertar las placas de granito en los
hoyos. Cada acción tuvo que ser hecha muy cuidadosamente porque cada
deslizamiento o rotura de la cuerda conducía a una caída hasta el fondo, lo
cual les pasó a más trescientos hombres.
Si
la Catedral de la Iglesia sobre la superficie era un símbolo para el inflexible
espíritu de la iglesia, entonces, el castillo escondido en la meseta Hermes era
el verdadero centro de la Iglesia.
Una
pieza de la Piedra de Represalia de Dios estaba incrustado al borde de cada
escalón, y un guardia estaba colocado en cada cien escalones. Para la última
línea de defensa, había incluso un escuadrón del Ejercito de Castigo de Dios
que estaba siempre listo para encarar un ataque de intrusos. Muchas bolsas de
arena y grava estaban enterradas entre la Catedral y el castillo subterráneo.
Esto era en caso de que cada línea de defensa de la Ciudad Santa hubiese
fallado. Si cada persona importante fuese evacuada, el Papa podría empezar la
trampa y enterrar todo baja una profunda capa de arena y grava.
Aunque
no era la primera visita de Mayne al castillo subterráneo, el sentimiento de
caminar en el aire todavía lo hacía sentir mareado. Especialmente después de
algún tiempo, él siempre tendría la ilusión de caer.
Así
que él estaba un poco aliviado cuando él finalmente tuvo suelo solido bajo sus
pies una vez más.
Al
fondo del pozo negro estaba un inmenso disco de piedra blanco, con una
superficie tan lisa como un espejo. Cuando se paraba sobre este, alguien podía
incluso ver claramente su propio reflejo. Aunque una construcción
inteligentemente diseñada, la luz viniendo a través de las ventanas dentro del
domo era tan reflejada que esta directamente golpeaba la piedra del molino.
Gracias a esto, incluso sin encender una antorcha, el fondo del valle nunca
estaba oscuro.
Cuando
llegaron al fondo del valle, ellos descubrieron que el sol no es incoloro.
Después de ser reflejado por la piedra de moler, la luz se volvería azul, aun
así, cuando se miraba hacia arriba, la luz azul permitiría al pozo negro
brillar en un color fresco. Pero cuando se tomó una mirada más cercana, alguien
descubrió que había incontables partículas de polvo volando hacia arriba, justo
como diminutas criaturas registradas dentro de libros antiguos.
Los
hoyos dentro de la pared de la montaña eran cuevas formadas por la naturaleza, y
el Iglesia solo abrió las entradas, para expandir más allá y construir el
castillo Hermes. Pero gracias a estos hoyos, los cuales se extendían en todas
direcciones, el aire podía fluir libremente, por eso, el aire en el fondo del
valle no se sentía podrido u opresivo.
Cuando
Mayne dio un paso a través de la puerta en el área principal del castillo, él
fue de repente rodeado por una fuerza de defensa fuerte. Había cinco soldados
llamados Jueces, quienes resguardaban cada entrada – los Jueces eran los soldados
más leales de la Iglesia, una vez ellos eran aceptados en este grupo y
empezaban su trabajo, ellos vivirían para siempre en el castillo, nunca siendo
capaces de regresar a la superficie.
De
hecho, solo él y el Papa eran capaces entrar y más luego salir del castillo,
incluso los dos arzobispos Heather y Tayfun no tenían permitido entrar aquí.
Pero,
incluso Mayne no sabía cuantos pasajes tenía el castillo. Además del pasaje
principal guiando al sur, había muchas ramificaciones laterales guiando lejos
de la ramificación principal, y cuando se seguía estos pasajes laterales, estos
se dividían otra vez en muchas más ramificaciones. Algunos eran usados por la
Iglesia, mientras otros estaban sellados. Él había oído, que, durante la
construcción del castillo, unos pocos artesanos se extraviaron en esos pasajes
no marcados como seguros, lo cual hizo que ellos se perdiesen, nunca siendo
capaces de encontrar su camino de regreso.
El
pasaje principal vertical guiaba directamente a las profundidades de la
montaña, alrededor de cada trescientos pies (alrededor de 100 metros), Mayne
tenía que cruzar un punto de control. Él sabía que la Iglesia estaba usando
cada segmento entre los dos puntos de control para una tarea diferente. El área
más exterior era usada como el área de vivienda para los guerreros, quienes
tenían que quedare toda su vida en el castillo. El segundo segmento era usado
como unos archivos, para el almacenamiento de instrumentos, y fragmentos de
libros antiguos. La tercera sección era el área de cárcel, donde los
prisioneros eran alojados, quienes no tenían permitido ver la luz otra vez…
inocentes incluidos.
Después
de cruzar a través del tercer punto de control. Mayne se detuvo. Más adelante,
estaba el área secreta del castillo. Todos los materiales de investigación e
inventos de la Iglesia se originaban en este lugar, y sin la autorización del
Papa, nadie tenía permitido entrar. Ya que él se volvió el Arzobispo hace tres
años, él solo había entrado en esta área una vez antes.
Cuando
Mayne se acercó, él tomó el camino de la izquierda.
Después
de una pequeña caminata, el camino fue terminado por una puerta, con una lámina
a la altura del pecho en esta, sobre la cual se leía “¡Ancianos!”
Mayne
asintió a los guardias y ordenó,
[Abran
la puerta.] Mayne
Detrás
de la puerta, el corredor continuaba, había antorchas quemándose colgando en la
pared, como pequeñas chispas de luz dentro del mar de oscuridad, continuando
junto al camino hasta el final. A ambos lados del camino estaban muchas puertas
de madera y en medio de cada puerta colgaba una lámina con un número sobre
esta.
Uno
de los Jueces, quienes siguieron a Mayne, levantó una antorcha para iluminar
los alrededores. Mientras caminaban por el pasaje, Mayne miró todo el tiempo a
los números en las láminas. Cuando él finalmente vio el número 35 moteado en la
lámina, él se detuvo y sacó una llave de uno de sus bolsillos y la insertó en
la cerradura, volteándola levemente. En el fondo del valle, el sonido de la
apertura del cerrojo era especialmente estridente, y su eco podía ser oído
incluso al final del pasaje. Como si fuese una bengala de señales, de repente,
muchos gritos pudieron ser oídos a través de las puertas, había llamadas de
hombres y mujeres. ¡Cuando escuchaba cuidadosamente, Mayne podía entender
algunas de ellas!
[¡Rápidamente,
sálvame!] Voz
[¡Ayúdenme!] Voz 2
[¡Por
favor, mátenme!] Voz 3
Y
cosas similares.
Detrás
de las rejas de hierro, el obispo vio a un hombre viejo sentado en su cama –
tal vez él no era tan anciano, pero ahora, su cabello ya se había vuelto
blanco, y su rostro estaba cubierto por arrugas. Su barba parecía como que él
no la hubiese acicalado por un largo tiempo, casi alcanzando su cuello. Ya que
él no había visto el sol por un largo tiempo, su piel se había vuelto
terriblemente pálida, y sus manos y pies estaban tan delgados como el bambú.
Mayne
miró a la bandeja de hierro detrás de las rejas, la cual parecía como no había
sido tocada, registrando esto, él suspiró,
[Deberías
tratarte a ti mismo mejor, la Iglesia no tiene déficit de comida. Y las comidas
son incluso hechas de acuerdo al estándar de un rey, excepto por el vino.
Incluso el pescado, es Cod de primera clase viniendo desde el puerto de
Bluewater. Deberías estar familiarizado con su sabor, ¿verdad, Su Majestad, Rey
Wimbledon?] Mayne
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