La
península que yací dentro de la región del norte del Continente del Sur estaba
bajo el control del Gran Imperio Leburan.
Una
ciudad portuaria, la cual estaba en la misma escala como las ciudades eminentes
del Imperio Continental, había sido construido alrededor de un puerto naval en
el lado este de la península.
Una
gran iglesia de la religión Hiruku se asentaba en la misma calle que los
muelles principales de la ciudad. Los Sacerdotes y los Caballeros Sagrados
tenían sus propios dormitorios, mientras el Cardenal vivía dentro su propia
mansión.
Había
una clara distinción ya sea en la mansión y en los edificios alrededor. La elegancia
de la mansión era enfatizada por mosaicos de ladrillos rojos y blancos y
pilares de soporte ornamentales blancos.
Dentro
de esta mansión de tres pisos proveída por la iglesia, estaba la habitación
privada del Cardenal.
Era
una habitación grande con un techo alto, un impresionante mural pintado en una
pared y una alfombra cara cubriendo el piso. Había muebles sencillos dentro de
la habitación, lo cual le daba la semejanza a los cuartos privados de un Rey.
En
el centro de la habitación estaba una cama de tamaño King especialmente hecha.
El
toldo de la cama casi alcanzaba el techo y estaba hecha de tela bordada lujosa,
y había una gran sombre sentada detrás de esta.
El
cuerpo de la gran figura estaba aparentemente compuesto de numerosos rollos de
grasa, una cabeza calva con ojos pequeños y brillantes, mejillas flácidas, y
una apariencia general de rana.
Este
era el Cardenal Maestro de la mansión, Charos Acedia Industria.
Él
estaba actualmente comiendo del tazón de frutas que él usualmente mantenía
lleno detrás de su cama.
[Este
día era una pacífico. El continente ha estado en silencio desde que ellos
enviaron a ese sujeto aquí. Hmhmhm, darle unos miserables cientos de Caballeros
Fantasmas fue un asunto simple. Soy un genio.] Charos
El
gran cuerpo de Charos rebotaba mientras su risa causaba que la cama crujiera.
Cuando
él notó los jugos de frutas pegándose en su mano, él simplemente lo limpió en
el toldo.
[Simplemente
pasar el tiempo en cama es una manera maravillosa de pasar el día. Sin embargo,
aunque esto es una verdadera dicha, todavía me pregunto si algo está sucediendo
en el mundo afuera.] Charos
Charos
rodó sobre su espalda mientras pensaba en voz alta.
Como
si queriendo contestar su pregunta, su puerta fue repentinamente golpeada
repetidas veces.
[¡Charos-sama!
¡Es una emergencia, ¡Perdóneme!] Sacerdote
Después
de entrar en la habitación, un sacerdote se arrodilló a una corta distancia de
la cama.
Charos
se quedó atónito por un momento antes de que disgusto comenzase a mostrarse en
su rostro.
Pero,
el sacerdote postrado en el grupo era inconsciente de esto mientras él
comenzaba su reporte mientras miraba hacia el suelo.
[¡De
acuerdo a nuestros exploradores, un grupo de casi veinte monstruos nunca antes
vistos han traspasado la muralla defensiva y están dirigiéndose hacia la
ciudad! ¡¡El gobernador ha solicitado la ayuda de los Caballeros Sagrados para rechazar
a esos monstruos gigantes!!] Sacerdote
Cuando
el sacerdote terminó su reporte, él bajó su cabeza incluso más y preguntó en
cómo proseguir.
Charos
se levantó de su cama con una mueca en su rostro.
[Hn~,
incluso si son monstruos, ¿solo hay veinte de ellos? ¿Por qué ellos incluso
necesitan a los Caballeros Sagrados? El gobernador debería tener dos mil soldados
a su disposición, ¿cierto? No hay siquiera quinientos Caballeros Sagrados, ¿por
qué él necesita enredarlos?] Charos
Charos
caminó hacia la ventana, la cual yacía en la dirección de la ciudad. Aunque la iglesia
y sus alojamientos podían ser vistos, todo más allá de eso fue bloqueado por
los muros perimetrales altos de la iglesia.
El
sacerdote caminó detrás de Charos y se puso de puntillas para mirar más allá
del masivo cuerpo de Charos.
[Charos-sama,
podemos ver la ciudad desde el campanario de la iglesia. ¡Ponemos captar la
actual condición desde ahí! ¡Por favor!] Sacerdote
[Hmm~~,
aunque quiero saber que está sucediendo, realmente no quiero ir allá arriba.
Además, yo realmente no quiero lidiar con esta molestia~.] Charos
Charos
hizo pucheros mientras se quejaba con un suspiro y miró abajo al sacerdote
postrado antes de caminar hacia la puerta.
El
sacerdote levantó su cabeza y miró a la espalda del Cardenal mientras él dejaba
la habitación.
Sintiendo
la mirada en su espalda, Charos miró atrás al sacerdote, quien todavía tenía
que moverse.
[¡Apresúrate
y muéstrame el camino! ¡Yo normalmente no subo a la torre y, por lo tanto, no
conozco como llegar ahí!] Charos
[¡S-sí!
¡De inmediato!] Sacerdote
El
sacerdote tenía una expresión alegre en su rostro mientras pasaba al lado del
Cardenal, como un perro yendo a pasear con su dueño.
Charos
brincó detrás del sacerdote con la velocidad que uno esperaría de alguien de su
tamaño. Era como mirar a una rana gigante en movimiento.
No
mucho después, Charos llegó al pie de la escalera en espiral del campanario en
esa manera, jadeando por aire y limpiando sudor de sus ojos todo el viaje.
[Jaa,
¿qué tonto decidió construir esta torre? Ellos no deberían haber puesto tantos
escalones aquí. Nosotros todavía tenemos que subir estos…] Charos
Aunque
su gran cuerpo se agitaba y él se quejó todo el viaje, los pasos estables de Charos
indicaban que había más que solo grasa detrás de sus ropas.
El
sacerdote bastante larguirucho acompañándolo casi se cae y estaba falto de aire
mientras ellos subían las escaleras del campanario.
Un
poco arriba de la mitad del camino hacia arriba de la torre, el sacerdote
larguirucho fue hacia una de las ventanas de ventilación y tímidamente miró
afuera de esta.
Las
ventanas estaban encarando la dirección oeste, por lo que el sol ocultándose
cegó los ojos del sacerdote por un momento. Tan pronto como él se acostumbró a
la luz, él fue capaz de mirar abajo a la ciudad.
Cuando
él vio el estado de la ciudad, el sacerdote volteó alrededor con una expresión
en shock y comenzó a gritar.
[¡Cha-Charos-sama!
¡Aquí! ¡¡Puede ver el estado de la ciudad desde aquí!! ¡Son ellos!] Sacerdote
Incluso
si este fuese el campanario, las escaleras no eran tan amplias, por lo que el
grito que hizo eco del sacerdote forzó a Charos a cubrir sus oídos.
[¡Bien,
bien! Puedo oírte bien, no hay necesidad de gritar.] Charos
Charos
miró afuera de la ventana señalada por el sacerdote, todo mientras se quejaba.
La
ventana estaba colocada justo sobre la delgada pared exterior de la iglesia.
Aunque el sacerdote había estado bastante agitado por lo que vio, la ventana
solo ofrecía un campo de visión estrecho sobre la pared.
El
gran cuerpo de Charos empujó al sacerdote al lado mientras él miraba afuera de
la ventana por sí mismo.
Charos
sonrió al principio mientras él miraba el sol ocultándose, hasta que él se dio
cuenta de que múltiples incendios estaban quemando a lo largo de la ciudad.
Los
incendios estaban mayormente centrados alrededor de la muralla de la ciudad y
estaban todavía a una buena distancia lejos de la iglesia.
Una
extraña criatura podía ser vista pasando a través de un techo de ladrillo en la
distancia.
Iluminado
por atrás por el sol ocultándose, la silueta del gigante negro no tenía una
cabeza y los edificios alrededor permitían a uno ver justo cuán grande era.
El
gigante de piel negra fue fácilmente capaz de destruir el techo de uno de los
edificios, agarrando algo y empujándolo dentro del inmenso hoyo que se abrió en
su pecho.
Los
ojos de Charos casi se salen cuando él vio el caos sucediendo en frente de él.
El
Gigante agarró a una persona y la metió en su boca como si fuese solo un
pequeño bocadillo. Él fue capaz de ver cuatro de estas criaturas desde esta
ventana.
Los
gritos desesperados de los ciudadanos fueron llevados por el viento hasta esta
ubicación.
Había
manchas de sudor en el marco de la ventana cuando Charos miró atrás al
sacerdote.
[¡¡¡Aaaaaaahhhhhh!!!] Charos
Charos
meramente quitó su cara de la ventana y comenzó a gritar.
[¿¡Qué
demonios sucedió!? ¿¡La ciudad está bajo ataque!? ¿¡Cómo sucedió esto!?] Charos
Después
de estallar en una diatriba maníaca, Charos volteó hacia el sacerdote otra vez,
quien no tenía respuestas para él.
Charos
agitó su cabeza ante la respuesta en blanco antes de comenzar a gritar
instrucciones.
[¡Los
Caballeros Sagrados! ¡¡Despliega a cada uno de los Caballeros Sagrados a
nuestra disposición!!] Charos
[¡¡S-sí!!] Sacerdote
El
sacerdote inclinó su cabeza antes las instrucciones de Charos. Cuando él
levantó su cabeza otra vez, Charos ya estaba haciendo su camino bajando las
escaleras.
[¡Ch-Charos-sama!
¿¡A dónde va!?] Sacerdote
Charos
le contestó a la sacerdote sin mirar atrás.
[¡Refuerzos!
¡¡Necesitamos reunir refuerzos, rápidamente—!!] Charos
El
paso apresurado de Charos le causó que se tropezase mientras él le contestaba
la pregunta del sacerdote, y procedió a rebotar hacia debajo de las escaleras
hasta que golpeó el pilar de soporte de torre en el piso del suelo.
[¡¡Charos-sama!!
¡¡Charos-sama!!] Sacerdote
El
sacerdote gritó hacia debajo de la torre con una mirada preocupada en su
rostro. Él captó vista de Charos de pie y corriendo a algún lugar.
Él
se acababa de caer lo equivalente a unos cuatro pisos.
Mientras
el sacerdote estaba sorprendido por la repentina recuperación de Charos, él se
las arregló para reponerse y se dirigió hacia el dormitorio de los Caballeros.
En
cuanto a Charos, él hizo su camino hacia el sótano de la catedral.
El
pasaje de escaleras negro guiando al sótano era extremadamente angosto, y al
final del pasaje estaba una inmensa puerta metálica que estaba sellada con un
candado sin cerradura.
Porque
las personas raramente bajaban aquí, una delgada capa de polvo cubría la
puerta, y una única fragancia se filtraba desde atrás de la puerta.
Charos
dio un paso al frente y agarró el candado.
Cuando
Charos concentró magia en su mano, los grilletes de metal fueron quitados con
un fuerte click.
Después
de que Charos abrió la puerta, él caminó en una habitación larga llena de
estantes, un lugar donde la luz de las herramientas mágicas no podía alcanzar.
Los
estantes en la habitación estaban llenos con una innumerable cantidad de
ataúdes de madera.
Estas
catacumbas habían estado alrededor desde la fundación de la ciudad.
Charos
no les puso atención a los ataúdes alrededor de él mientras sus pasos hacían
eco a través de la habitación cuando él pasaba al lado de los estantes.
[¿Por
qué tiene que pasar esto? Ahora Tajiento está al borde del colapso.] Charos
Charos
habría continuado quejándose, pero él detuvo su marcha cuando él tuvo se dio
cuenta de algo.
[¿¡Ese
tipo del continente tuvo algo que ver con esto!? El Papa no objetaría en usar a
estos sujetos aquí, ¿¡o sí!? Cierto.] Charos
Charos
alcanzó el final de su ingenio cuando se puso de pie gritando su soliloquio en
medio de las catacumbas.
Después
de unos cuantos minutos, Charos hizo su decisión y rápidamente corrió hacia el
centro de las catacumbas… cuando él llegó al altar instalado ahí, él agarró el
cubo negro que había estado puesto ahí.
[¡Ah,
esto es tan molesto! ¡¡Me aseguraré de lidiar con el que vino del continente y
aquel en las sombras!!] Charos
Charos
infundió magia dentro de su mano derecha mientras él hacía esa declaración.
Luz
comenzó a esparcirse desde el cubo negro cuando él golpeó su mano sobre este.
En respuesta a sus acciones, las tapas de todos los ataúdes salieron volando
todas a la vez y Caballeros con armadura completa se sentaron dentro de estos.
Cuando
los Caballeros agarraron sus armas y se movieron alrededor como si solo
estuviesen despertando, Charos levantó el cubo negro en su mano.
[¡Sus
órdenes son subyugar a los Gigantes negros! ¡¡No dejen a uno solo vivo!!] Charos
Todos
los seres en armadura dentro de las catacumbas comenzaron a moverse a la vez.
La
catacumba había sido construida debajo de la iglesia y tenía una multitud de
pasajes subterráneos que conectaban a la iglesia con varias ubicaciones a lo
largo de la ciudad.
Los
Caballeros no-muertos usaron esos pasajes para esparcirse a través de la ciudad
a un paso increíble.
Cuando
un grupo de Caballeros Sagrados notó al misterioso ejército emergiendo desde
debajo de la iglesia, ellos intentaron bloquear el camino del ejército, pero
fueron inmediatamente abrumados y asesinados.
Los
Soldados no-muertos alcanzaban casi los diez mil.
La
llegada de un ejército de un tercio la población de Tajiento apareciendo de la
nada solo agregó más combustible al fuego de la ya caótica situación.
Solo
una persona consideraba que la situación era satisfactoria… y ese era el
sacerdote quien había sido envidado desde el continente.
De
pie sobre el techo de una casa de ladrillo, él miraba con una ligera sonrisa
mientras los Soldados en armadura comenzaba a salir de los dormitorios de la
iglesia.
Mientras
los Soldados en armadura comenzaba a empujar su camino a través de los
ciudadanos escapando para dirigirse por los Gigantes, él suspiró mientras
levantaba una de sus cejas.
[Bien,
no sé cuántos residentes morirán en la confusión, pero los Gigantes serán
tratados al menos. Lo que has hecho va en contra de la voluntad del Papa, pero
entonces, una vez más, soy más adecuado para tu posición como Cardenal.] Sacerdote
El
sacerdote rio y se elogió a sí mismo mientras tomaba un cristal redondo
brillante del bolsillo de su pecho.
El
sacerdote empujó su mano en el aire mientras deleite pervertido se oía en su
voz.
[¡Maten
a todos los vivos! ¡¡Maten a todos, y conviertan a esta ciudad en un pueblo
fantasma por el bien del Papa!!] Sacerdote
Como
si reaccionase a su orden, el cristal comenzó a brilla fuertemente y los movimientos
de los Soldados en armadura alrededor de él se detuvieron por un segundo. Al
momento siguiente, ellos usaron las espadas que estaban llevando para matar a
los residentes de la ciudad.
Y
entonces, el infierno fue desatado.
Los
cuerpos de los viejos y los lentos ensuciaban las calles en minutos. Un padre
intentó proteger a su hijo solo para tener su cabeza cortada y cayó en los
brazos de su hijo. Una madre sostenía a su hijo en llanto cuando ellos fueron
ambos atravesados con una espada.
[¡¡Ja,
ja, ja!! ¡¡Ustedes ahora se volverán en la vanguardia del Papa!! ¡¡Derramen
lágrimas de alegría y agradézcame por proveerles con—!!] Sacerdote
El
sacerdote sintió algo acercándose a él desde atrás.
Cuando
él miró atrás él vio a un hombre bestia ojos rojos de cabello negro azabache
arrodillándose en frente de él.
[Ah,
eres tú. Matar a los niños y mujeres de los Gigantes y guiándolos aquí ha
proveído excelentes resultados. Ve a interferir con esos luchando contra los
Gigantes cerca de la muralla.] Sacerdote
Con
una risa y una sacudida de su barbilla, él envió a su sirviente a realizar su
orden.
El
Beastma—, no, el ninja Sasuke simplemente asintió antes de empezar saltar de
techo en techo en la dirección de la muralla de la ciudad.
Otra
sonrisa encontró su camino en los labios del sacerdote mientras él miraba al
ninja desaparecer en la distancia.
[Ese
fue un buen descubrimiento. Una vez me vuelva Cardenal, sería mejor pedirle al
Papa una transferencia.] Sacerdote
El
hombre descansó su mirada sobre el infierno debajo de él mientras hablaba.
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