domingo, 2 de septiembre de 2018

Capítulo 95 - Epilogo

El Continente del Norte, justo al sureste del Gran Imperio Leburan.
A través de un estrecho canal, el agua desde el Mar Beak fluía al continente desde el suroeste.
Al otro lado de ese canal, en la orilla opuesta del Gran Imperio Leburan, se asentaba la Teocracia Hiruku, la tierra sagrada de la religión predominante de la humanidad.
Más allá de la bahía se asentaba la Cordillera Rooteos, la cual bordeaba los tres países adyacentes. Era esta cordillera la que había protegido al país de invasión antes de que la religión hubiese sido establecida y obtenido su influencia sobre las otras naciones del continente.
En medio de la Cordillera Rooteos estaba una montaña particular llamada Monte Arthus, que albergaba un depósito de mithril masivo.
Por siglos, la capital de la Teocracia Hiruku ha enseñado a sus creyentes que la capital del país era una utopía que nunca sufrió de guerra o ataques de monstruos.
Mientras el sistema de gobierno patriarcal desde el tiempo antes de la fundación de la religión todavía existía, el rey de esta tierra sagrada era solo un rey de nombre.
La persona que sostenía el poder real en la Teocracia Hiruku era el Papa, quien residía en el tempo a mitad de camino hacia el Monte Arthus. Un templo que solo podría ser alcanzado al escalar la “Escalera de Fe”.
Esos quienes hacen el viaje arriba al Monte Arthus se cruzan con una masiva catedral que había sido construida en la cima del acantilado.
La digna majestad que emitida por la catedral estaba al nivel donde incluso forasteros podían captar el poder del Papa.
A pesar de su tamaño, solo unas pocas personas eran permitidas poner un pie dentro de la catedral.
Actualmente, los pasos de una mujer podían ser oídos mientras ella caminaba por el piso de piedra blanco brillante del salón principal.
La mujer tenía rasgos elegantes y cabello rubio largo, sus reveladoras prendas blancas enfatizaban sus grandes pechos. A primera vista, su caminata sensual y ropas reveladoras hacían a la mujer parecer como una bailarina o una prostituta.
Sin embargo, los lujosos brazaletes y otros accesorios que adornaban el cuerpo de la mujer eran cosas que esas clases de mujeres podrían nunca esperar poseer.
Mientras la mujer continuaba caminando hacia la salida, la sombra de alguien más se acercó a ella.
El aparentemente apacible hombre, quien apareció, tenía cabello negro cuidadosamente diseñado, estaba vestido en túnicas canónicas ostentosas y tenía una sonrisa en su rostro cuando él reconoció a la mujer hacia la cual él estaba caminando.
Ambos se detuvieron en el centro del salón y se miraron el uno al otro.
El sonriente hombre fue el primero en hablar, pero sus ojos permanecieron fijados con los ojos de la mujer.
[Oh, Cardenal Castitas. Es una rara vista verla a usted aquí. Yo estaba seguro que usted estaba pasando su tiempo pescando hombres en el Imperio Occidental…] Palermo
La atmosfera alrededor de la mujer nombrada Castitas inmediatamente cambió ante el insulto del sonriente hombre, aun así, ella todavía se las arregló para mantener una sonrisa cautivadora mientras presumía su gran pecho al cruzar sus brazos.
En la Teocracia Hiruku, aquellos quienes toman uno de los nombres de los varios cardenales eran los segundos con solo el Papa siendo el primero en términos de poder. El nombre completo de la escasamente vestida mujer era Erin Luxuria.
Erin lujuriosamente lamió sus labios mientras miraba al hombre, quien sostenía la misma posición que ella.
[Ara, estaba haciendo el trabajo que el Papa me había asignado. Ya que ha habido movimiento en el oeste, usé una piedra de transferencia para regresar y hacer mi reporte. ¿No es inusual para usted estar aquí también, Cardenal Liberalitas? Normalmente usted conlleva su deber sin molestarse sobre la insignificancia del mundo exterior, aun así, aquí usted esta teniendo una audiencia con Su Santidad… ¿algo inesperado ocurrió?] Erin
Ante el empuje de Erin, el rostro sonriente del hombre llamado Cardenal Liberalitas, cuyo nombre verdadero era Palermo Avaritia, se decoloró.
[¡Hmm! No seré exiliado al Continente Sureño como ese tonto de Carlos. Los dos Caballeros Fantasma que envié a recolectar piedras de monstruos de repente se desvanecieron, por lo que estoy aquí para apelar al Papa por reemplazos.] Palermo
Después de un breve momento de shock ante lo que Palermo acaba de decirle, Erin dio un paso delante de él con una sonrisa seria en su rostro.
[Hm~m, dos Caballeros Fantasmas se desvanecieron. ¿A dónde los despachó? O, ¿usted simplemente tomó a los Caballeros como un medio para fortalecer sus fuerzas personales?] Erin
La sonrisa practicada que había estado en el rostro de Palermo desapareció mientras una vena azul comenzaba a pulsar en su frente.
[¡Tú…! ¿¡Estás implicando que le daría al papa un reporte falso!?] Palermo
Fue una repentina inyección de una voz calmada que se las arregló para romper la tensión entre ellos.
[Eso es suficiente, ustedes dos.] Papa
Los dos ellos dejaron de mirarse el uno al otro y rápidamente se arrodillaron en la dirección desde la cual la voz se originó.
Los dos Cardenales respectivamente bajaron sus cabezas mientras el Papa de la Teocracia Hiruku se acercaba.
[Gracias por su presencia, Thanatos-sama.] Palermo
El acercamiento del Papa fu casi indetectable mientras él caminaba por el piso pulido sin hacer un sonido.
El Papa sostenía un bastón decorativo que era representativo del poder que él poseía y vestía una túnica incluso más lujosa que los Cardenales.
En la cabeza del Papa estaba una mitra con múltiples símbolos sagrados cocidos en ella que solo él era permitido vestir. La mitra también tenía un velo pegado a ella que escondía completamente el rostro del Papa.
Él era nada más y nada menos que el hombre detrás del cual la totalidad de la Teocracia Hiruku se unía, Thanatos Shirubiwes Hiruku.
Sin remover su velo, el Papa comenzó a hablar a los dos Cardenales.
[Palermo, creeré lo que dices sobre los Caballeros Fantasmas faltantes, hay unos pocos repuestos en el sótano. Erin, no ridiculice a sus colegas tanto.] Papa
Los dos Cardenales bajaron sus cabezas incluso más antes lo comentarios del Papa Thanatos.
[De acuerdo al reporte de Erin, el ejército del Imperio Occidental ha sido movilizado en respuesta a un ataque por el Imperio Oriental. Las defensas del Oeste estarán esparcidas delgadamente por un rato. Pido que los dos ustedes continúen con su patrocinio en los días venideros.] Papa
[Entendemos.] Palermo, Erin
El Papa les dio a los dos un asentimiento satisfecho a su respuesta antes de voltearse lejos de los dos.
Mientras sus pasos hacían muy poco sonido, el tararear del Papa podía ser oído mientras él se alejaba.
Cuando él pasó por una ventana una repentina ráfaga de viento sopló hacia arriba y levantó el velo del rostro del Papa.
Sin embargo, ni una sola persona siquiera ha visto su rostro.

1 comentario: